viernes, 18 de septiembre de 2009

GRACIAS!!


Segundo año de Gestión Sociocultural desea agradecer a todas las personas que con su aporte han hecho posible que estemos aquí compartiendo este espacio de intercambio de ideas. Agradecemos al invalorable y generoso aporte de los Arquitectos Carolina Dardi y Cristian Sigulin. El apoyo personal e institucional de Rodrigo García Marte y sus colaboradores del Ministerio de Educación. A los Profesores Ignacio Cardone, Mey Silva, Francisco Arqueros, Roberto Santana por haber apoyado esta idea y por otorgar el marco conceptual y teórico a lo que aquí acontecerá. A la Subsecretaria de Educación Superior María Laura Ventura, a las Profesoras María José Calderón y Cristina Ceballos por su asesoramiento. A la Licenciada Laura Horlent por su participación y Gestión y a nuestro Coordinador Aníbal Lobasso que desde un principio actuó como guía y agente facilitador para con nuestro emprendimiento. Agradecemos a las autoridades de educación, de la escuela 30, 13 y del CENT por compartir el espacio común que nos alberga.
Deseamos hacer especial mención y agradecimiento a familiares, amigos y compañeros, que han estado pendientes todo el tiempo de nuestros requerimientos, de nuestros estados de ánimo y han apoyado decididamente nuestro trabajo.
Finalmente queremos dar una cálida bienvenida y un afectuoso agradecimiento a las autoridades del IPES, que en algún momento se les cruzó por la cabeza que podíamos contribuir con las Jornadas Nacionales de Literatura e Historia Cultural, y se arriesgaron a ponerse en manos de inexpertos gestores socioculturales. Ellos nos dieron una inapreciable oportunidad para explorar y transitar por un camino que nos gusta andar. En la persona de su rectora Sandra Abendaño queremos llegar a todos sus integrantes con nuestra sencilla gratitud.
G8+1

viernes, 4 de septiembre de 2009

Tengo en mis manos el programa de “Preludio”… Me parece gratificante que entre tanto desaliento discepoliano, esta propuesta suene como la pregunta de Fito Páez “¿quién dijo que todo está perdido…?”
Vaya pues, como un modesto aporte a esta iniciativa, este documento que intenta acercar algunas reflexiones acerca del rol del Estado y sus políticas públicas en referencia a gestión cultural. Qué es lo que se debería hacer según las definiciones aceptadas del concepto cultura y qué es lo que se hace como práctica habitual.
Antes de pasar al documento mencionaré algunas citas de
Diferentes nociones de la cultura.
"La cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio, es aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad."
Edward Tylor.
"La cultura incluye todas las manifestaciones de los hábitos sociales de una comunidad, las reacciones del individuo en la medida en que se ven afectadas por las costumbres del grupo en que vive, y los productos de las actividades humanas en la medida que se ven determinadas por dichas costumbres"
Franz Boas (1930)
"Esta herencia social es el concepto clave de la antropología cultura, la otra rama del estudio comparativo del hombre. Normalmente se la denomina cultura en la moderna antropología y en las ciencias sociales. (...) La cultura incluye los artefactos, bienes, procedimientos técnicos, ideas, hábitos y valores heredados. La organización social no puede comprenderse verdaderamente excepto como una parte de la cultura"
B. Malinoswki (1931)
"La cultura en una sociedad consiste en todo aquello que conoce o cree con el fin de operar de una manera aceptable sobre sus miembros. La cultura no es un fenómeno material: no consiste en cosas, gente, conductas o emociones. Es más bien una organización de todo eso. Es la forma de las cosas que la gente tiene en su mente, sus modelos de percibirlas, de relacionarlas o de interpretarlas."
W.H.Goodenough (1957)
"La cultura se comprende mejor no como complejos de esquemas concretos de conducta, costumbres, usanzas, tradiciones, conjuntos de hábitos, planes, recetas, fórmulas, reglas, instrucciones (lo que los ingenieros de computación llaman “programas”)- que gobiernan la conducta"
Clifford Geertz (1966)
"La cultura alude al cuerpo de tradiciones sociales adquiridas que aparecen de forma rudimentaria entre los mamíferos, especialmente entre los primates. Cuando los antropólogos hablan de una cultura humana normalmente se refieren al estilo de vida total, socialmente adquirido, de un grupo de personas, que incluye los modos pautados y recurrentes de pensar, sentir y actuar."
M. Harris (1981)
"Cultura se refiere a los valores que comparten los miembros de un grupo dado, a las normas que pactan y a los bienes materiales que producen. Los valores son ideales abstractos, mientras que las normas son principios definidos o reglas que las personas deben cumplir".
Anthony Giddens (1989


Idealicemos el rol del Estado en lo concerniente a cultura.-

“Menos la naturaleza todo es Cultura”. Esta afirmación presupone al menos una consecuencia: si el Estado tiene un organismo que se encarga de Cultura y no aclara cuál parcialidad de este Universo, se supone que lo hará de un modo, si no equitativo, al menos armónico.
Esto haría suponer que esta dependencia del Estado se encargaría de monitorear, evaluar, diagnosticar, proyectar, planificar y ejecutar acciones (en este orden) que conduzcan a un mejoramiento de este Universo. Pues este Universo que es la cultura, es en definitiva nuestra cosmovisión, por lo tanto, Cultura es lo que somos. Cultura, en tanto abstracción, es el saber, el intangible inmanente, detrás de cada tangible. De modo que, Cultura, como dependencia del Estado, sería aquel organismo que se ocupe del saber, el pensamiento, el conocimiento, la iluminación, la reflexión acerca de los saberes, los pensamientos, los conocimientos, y las propias reflexiones.
Visto de este modo, éste debería ser el Organismo Estatal Rector de todos los demás organismos y dependencias del Estado. Serviría para orientar y dirigir la sociedad. Entonces aceptaríamos como un acierto que Educación, como organismo del Estado, esté muy ligado a Cultura. Ya que siendo Educación, el organismo del Estado que forma (formatea) al ciudadano, (célula mínima del Estado), administra, dosifica, introyecta, cultura.
En definitiva, educación sería el brazo ejecutor del organismo estatal Cultura, para llevar adelante acciones. Estas acciones serían el último eslabón de la cadena de cometidos del organismo estatal Cultura.
De modo que si el organismo estatal Cultura no cumpliese con los cometidos mencionados, el organismo Educación quedaría sin dirección, sin marco de referencia, sin sentido, como un brazo suelto desconectado de su organismo de natural referencia.



Volvamos a la realidad.-
El pragmatismo de la aseveración “la política es el arte de lo posible” nos condujo a la aceptación del organismo estatal Cultura como un irrelevante apéndice del organismo estatal Educación. En este esquema, quedó Cultura como proveedor de entretenimientos, talleres y pasatiempos varios, relacionados con el escenario y tienen como modelo al negocio del “show bussines” variando su calidad, según el presupuesto asignado y fluctuando entre lo populista y lo “culto”.

La Cultura, la política y el Estado.-
La estructura vigente de las instituciones estatales denominadas “Cultura” están caracterizadas por su sometimiento a las vicisitudes políticas. La estructuración y la función de los organismos públicos están subordinados a las exigencias coyunturales de la lucha por el poder político.
Esto, es una obviedad decirlo, trae como consecuencia una falta de continuidad de planes, programas y proyectos. Consecuencia obvia también, es la ruptura permanente de sus formas organizativas.
Aunque atrás quedaron en la memoria las formas verde oliva de la dictadura, el proceso de empobrecimiento, férreo y obtuso, quedó instalado en el etos y aflora impiadoso e invisibilizado por la fuerza de la costumbre en el organismo estatal denominado Cultura.

Políticas de Estado.-
Las políticas culturales en general, más que políticas de Estado, suelen ser, con demasiada frecuencia, políticas de gobierno. O peor aún, políticas de sectores particulares, a veces ínfimos, en pugna entre sí. Obviamente, la acumulación de experiencias y conocimiento, motivo fundamental de la intervención del Estado, se pierde así irremediablemente.
Se genera de este modo, un estilo de gestión egocéntrico, cuya referencia es el sí mismo, que circunscribe las decisiones a las preferencias individuales de algunos funcionarios, con un fugaz pero sólido y a veces sórdido poder político.
Estas preferencias individuales capilarizan los recursos por un estrecho círculo de personas, simpatizantes, amigos y allegados que se conforman en torno a las sucesivas autoridades del área, pudiendo llegar en algunos casos a suculentos negocios privados a expensas del erario público.
Aquel antiguo mecenazgo ejercido con discrecionalidad por el aristócrata feudal devino en paradigma para el político.
Travestido de representante, se siente en lo íntimo, un aristócrata feudal en tanto puede ejercitar el poder sobre los recursos como si fueran propios. Basado en deseos personales, se percibe a sí mismo como carente de la obligación de dar cuenta de sus actos.
Este travestismo en el ordenamiento social no es inocuo, debilita la razón de ser del organismo estatal.
A diferencia del aristócrata, el Universo de representaciones simbólicas de los políticos, lejos de ser ricamente complejas como conjunto de abstracciones declarables, suele ser una mezcla ininteligible y contradictoria en términos de congruencia lógica.
Así, este “conde de la democracia”, suele referenciarse, directa o indirectamente, con su Majestad el mercado. Porque el mercado no sólo produce bienes materiales, es al mismo tiempo productor de símbolos, símbolos que el político a cargo de Cultura los replica, manifestando de este modo sus referentes y su falta de independencia intelectual.
Por otro lado, el mercado, productor y gerente general de los recursos mundiales, seduce y somete las voluntades. Somete con la amenaza del exilio. Aquel exilio medieval tan terrible y temido que condenaba a la no inserción en el conjunto social de pertenencia por alejamiento físico, devino en exilio por no pertenencia al conjunto social al cual el individuo se autoreferencia. Más que por alejamiento físico, por alejamiento del grupo social que maneja y disfruta de los recursos.
Por definición privado, el interés de las empresas que forman el mercado, no busca el bien común, su razón de ser es el beneficio propio. Seduce y somete, en la misma medida que produce símbolos y valores. El rol del Estado es contrapesar. Esto presupone independencia de poder por parte del Estado y sus funcionarios…
El emprendimiento privado por otra parte, suele generar organizaciones privadas autodenominadas culturales o “con fines culturales”. Estas organizaciones no tienen la obligación que si tiene el Estado. Desempeñan en general roles seudo culturales mientras son financiadas por empresas, como la única forma posible de sobrevivir. Es obvio que no tienen la obligación de dar cuenta del origen de los recursos, que si tiene el Estado.
Estas organizaciones, introyectan construcciones simbólicas de aparente interés común, pero siempre funcionales, jamás opuesta, a los intereses particulares del proveedor de los recursos.
Para cumplir con el rol de contrapeso sólo existe el Estado. A través de su organismo Cultura, está para contrarrestar la producción de símbolos y abstracciones de interés privado. Está para producir un conjunto armónico de símbolos y abstracciones como un todo estructural intangible al que el individuo se auto-referencie, escapando del sometimiento de infinidad de intereses privados llamado mercado y cuya consecuencia es la alienación.
Pero es muy difícil resistir a este poder. La amenaza de ese exilio tan temido del ámbito del modelo, induce inseguridad sobre el futuro personal en términos de sobrevivencia. Para enfrentarlo se requiere de talento, instrucción, conocimiento y concentración permanente y hasta de una vocación heroica ya que en general suele ser duro el castigo por atreverse a no recibir “ayuda” del mercado. Negarse a recibir ayuda equivale a enfrentarlo. Por lo tanto, no es difícil ser absorbido por este sistema que provee de recursos para el ejercicio del poder social público. Ni bien esto sucede, el poder político de la representación, queda, si no condicionado, al menos sospechado de falta de independencia y por lo tanto, debilitado por falta de credibilidad. En esta situación, suele suceder una afluencia contundente de mayor cantidad de recursos para revertir la falta de credibilidad. A partir de aquí se entra en un círculo vicioso cuyo final es previsible.
En cuestiones de políticas públicas referidas a cultura asistimos a una desestructuración del Estado, tanto por el escamoteo que los recursos le hacen al destinatario indiscutido, tanto por la reducción misma del presupuesto y por la derivación de estos recursos para otros fines. Hay en esto una doble ausencia, por un lado la ausencia de voluntad política para formular estrategias concertadas de desarrollo cultural, a mediano y a largo plazo, y por otro lado una ausencia de formación medianamente aceptable en los decisores.
No es de extrañar que en este contexto de jibarización de la cultura, se levante una oleada de intenciones privatistas, solapadas o falsamente justificadas arguyendo que el Estado no sirve para manejar estas cuestiones. Esto implica que, o bien se desconoce el motivo de la creación de Estado, o bien se intenta curar el mal con lo mismo que lo produce, como el criterio homeopático.
Si bien no se puede soslayar el contraste cuantitativo y cualitativo de los recursos, la voluntad y la formación medianamente aceptable de los decisores, ínfimos en el Estado y de una opulencia apabullante en el ámbito del mercado, es desconcertante en términos lógicos la situación paradojal, donde los sucesivos gobiernos, a través del organismo Cultura, lejos de producir material simbólico para la integración social como Estado, actúan como meros difusores y replicantes del material simbólico producido por el mercado.
Si alguien se pregunta el por qué de la indiferencia de la sociedad por estas cuestiones, habría que pensar, como Jack Lacan, si el silencio no es ya una elocuente respuesta.
Característico de las sucesivas gestiones estatales de cultura, es la búsqueda de una imagen pública democratizante que respalde la representación, ameritando el tránsito por el poder público. Se suele escamotear la generación de espacios propicios a la reflexión colectiva, evitando así la apertura a la diversidad de expresiones de la pluralidad social y política.
Suele suceder, si, claro, que detrás de invitaciones muy publicitadas de foros para la participación y la exposición de ideas esclarecedoras que influyan positivamente sobre el ciudadano, decepcionado o confundido (el ciudadano), vea cómo los recursos generosamente vertidos suelen desvirtuar los objetivos y promesas.
Es que articular intereses comunes a partir de las divergencias, en beneficio del conjunto, es, en términos de poder político, un camino sembrado de espinas, donde suele agazaparse quien arrebatará el poder político, sin contemplaciones ni disquisiciones filosóficas.
A efectos de mantenerse en el poder, se suele ver con mucha frecuencia, apelar a dos modelos, el populista y el conservador.
El modelo conservador propone valores fuera de toda discusión. Respaldado por el mármol, el bronce y el oro, es intransigente a cualquier intento de cambio. Celoso guardián de un unívoco orden, buen gusto, estética, decoro y valores. Cualquier intento de cambio es tomado como irreverencia, insubordinación, desorden, antiestético, inculto, mal gusto, indecoroso. Es un modelo de imposición. Trata a la cultura como patrimonio artístico ya construido, no como un proceso continuo de transformación. El poder político es guardián de este congelamiento y como celoso agente de aduana, cualquier intento de cambio es visto como un contrabando. Implícitamente se rotula de “inculto” a quien no se subordina.
El modelo populista apela al consejo del César. A través de la expectación, el ciudadano, objeto del poder, no el que ejerce el poder, se percibe participando, sin riesgos, pero sin crecimiento y por ende sin posibilidad de inserción en los estrechos círculos sociales que administran y derivan los recursos, que tienen además la posibilidad de reservar para sí la parte del león.
Es el modelo del evento, mega evento o festival con espectáculo (en el sentido espectacular), donde lo que certifica el acierto de la acción cultural es la cantidad de espectadores que atrae “el artista consagrado”. Es copia de lo que hace el mercado y que intencionadamente disfraza de democracia con la excusa de que no tienen que pagar la entrada. El modelo fue y es concebido por los medios masivos, además de ponderado, evaluado, sugerido y reproducido. El estado al replicarlo, deja de ser Estado y se funde con el mercado. Con los recursos públicos costea la propuesta del mercado con cifras que suelen ser suficientes como para resolver problemas que a la hora del show es mejor olvidar, so pena de no disfrutar el espectáculo.
El ciudadano, desconcertado, no logra descubrir el motivo de sus frustraciones para con la democracia, protesta por falta de satisfacciones difusas pero no logra enunciar propuestas estructuralmente lógicas. Quita crédito a sus representantes, sabe que está defraudado pero no sabe cómo.
Educar al soberano es entonces la tarea prioritaria de cultura, en tanto por educar se entienda mostrar cómo funciona la sociedad en la que vive.
Arq. Oscar Luna

miércoles, 26 de agosto de 2009

Acerca de lo popular (II)

Franz von Stuck (1863-1928), uno más de mis famosos "tocayos", ha sido un artista plástico, pintor él, que en general es vinculado al Jugendstil (Art Nouveau, pero alemán o, si se prefiere, lisa y llanamente Modernismo); o al simbolismo liderado por klimt (1862-1918) y, si hay algo que lo destaca, es no haberse contentado con darle forma a sus obsesiones, convirtiéndolas en obras de arte. Por lo que he podido leer en algún sitio él se impuso la dura misión de remover los ánimos estancados de su época, despertando a la dormida conciencia de sus contemporáneos. Klimt no ha sido tan contundente, aunque también tuvo lo suyo, ya que ha sido lo suficientemente claro.
Alguien, mientras lee esto se preguntará que tiene que ver esta introducción con el título de este post. Pues mucho, estamos hablando de una búsqueda personal y de entrecasa de lo que podríamos definir como "popular". ¿Es que hay algo más popular que el pecado, ese que a todos obsesiona? No lo creo. A ver, vamos por partes.


Este detalle de Judtih con la cabeza de Holofermes, de Gustav Klimt (1901), no hace más que mostrarnos una de las muy interesantes y ornamentadas obras del simbolista por definición que, no por casualidad, tuvo una clara tendencia a representar el desnudo femenino.
Pero, sinceramente, si de pecados e insistencias al respecto hablamos es necesario volver a mi tocayo, Franz. Muchas son sus obras que merodean en torno al tema que se sugiere pero hay una que es célebre. No por casualidad ella se llama, precisamente, Pecado (1891 y posteriores versiones, entre ellas la de 1893, hoy en el Museo Nueva Pinacoteca de Munich, que aquí se reproduce).


Ya pudimos ver a una pletórica Judith con la cabezota de Holofermes bajo su brazo, como si de una cartera de Vuitton se tratara. Volvamos a la inquietante dama que nos presenta Stuck. Acerquémonos un poco y observemos bien.


Caramba, no solo disfrutamos del bello e invitante torso semidesnudo de la dama, que mantiene su rostro en la penunbra. Aparece un bicho muy peligroso: una serpiente. No hace falta que abunde en el significado que puede tener en términos morales o bíblicos esta presencia. Pero el amigo Franz es ambiguo, juega con nosotros. En realidad no terminamos de saber si él pintó a una mujer dispuesta a arrastrar al espectador hacia un abismo de tentaciones carnales, o si se refiere a una hidra de dos cabezas preparada para devorar a quien que, creyendo en su poder seductor, termina convirtiéndose en una envanecida criatura que, animosa, se dirige a un destino de aniquilación. En otras palabras, la típica historia del "macho", esto es un flor de pelotudo, cazador que termina cazado y mal.

Pero no todo es pintura en este mundo (ya que estamos cuento que, al exponer Stuck su cuadro en una vidriera, no faltó quien la destrozara a pedradas, indignado por el mensaje "amoral" que se exponía "impúdicamente"); hay de todo en la viña del Señor. Por ejemplo algunos ritmos musicales (en este caso la Cumbia de origen colombiano, pero en versión de la provincia de Santa Fe, República Argentina) que hablan de exactamente lo mismo, pero en términos algo más concretos, o pragmáticos para ser claros. Ejemplo: Los Palmeras y su "Bombón Asesino".



Está visto que algunas cosas han cambiado. Que yo sepa nadie le ha lanzado un ladrillazo a Los Palmeras, todo lo contrario. La gente paga para escuchar lo que acabamos de escuchar, si es que lo has escuchado.
Y esto no es nada. Ya tenemos a una suerte de Judith siliconada (o la hidra de dos cabezas de mi tocayo, ahora con efectos de luces, humo y demás porquerías del escenario) vivita y coleando (sobre todo esto último), haciendo gala de ser ella misma un "bombón asesino". Miren sino a una tal Ninel Conde.



Bien, esta incongruente y breve exposición requiere de un final, que no me está dado. Yo soy quien duda, busca y pide desesperadamente respuestas. Las preguntas -supongo- son las siguientes:
a) ¿Es posible detectar en lo aquí expuesto una expresión genuinamente popular? Y si así fuera ¿cuál o cuales?
b) ¿Y el populismo? ¿Está aquí presente?
c) ¿Es preferible el "bombon" de la Conde, explícito y solícito o, por el contrario, la siempre inquietante y nunca bien explicada sugerencia de tipos como Klimt o Stuck?
d) Después de tanta exposición e imagen concreta ¿se puede saber a qué puede dedicarse un artista, sino a las cada vez más extrañas "instalaciones", por "innovadoras" que ésta sean?
e) ¿Qué les parece esta pavada?
Las respuestas no son tan sencillas, mis amigos. Así y todo las espero. Sinceramente las deseo... como al bombón, por más asesino que sea.

Publicado en http://arsushuaia.blogspot.com el 25 de julio de 2009.

Acerca de lo popular (I)

Si es menester hablar de lo popular no hay otro inicio que comenzar por las comidas. Se sabe, desde siempre, lo primero es el estómago en razonable calma. Luego viene lo demás.
Supongo que hay muchas expresiones gastronómicas que expresan lo popular. Este mundo es ancho y diverso. Pero, en lo que respecta a nuestra cultura, creo que hay un clásico: el puchero o guiso o, en el peor de los casos, una sopa.
¿Y de qué se trata? Sencillo: uno pone lo que tiene a mano en una olla a fuego lento y a comer se ha dicho.
Luego, curiosa evolución, terminamos con las recetas especiales, todas ellas regionales y desde hace tiempo internacionales, que muchos degustan y disfrutan en restaurantes de alto nivel o en el bodegón de la esquina. O en casa, que es lo mejor.
Es que el fogón, la olla y un misterioso caldo que es el resultado del rejunte de lo que se tiene a mano es, por lo general, algo atávico que por más seres urbanos y evolucionados que nos creamos, atrae y llama imperiosamente, especialmente en las frías noches del invierno. No podemos, a Dios gracias, desprendernos del recuerdo genético y mandato vital de lejanísimos tiempos, los de la tribu reunida en un contexto azaroso, intentando no sólo el alimento sino la construcción social. Nada menos.

Recetas hay miles. Todo pasa por incorporar algo que “llene” (papas, garbanzos, lentejas, lo que fuese), descartes de lo inaccesible (carnes), los vegetales que se encuentren cercanos o a la mano y, obviamente, sal y especies. Por estas últimas hubo más de una guerra en el pasado. No es lo mismo la comida con pimienta o sin ella, por dar un ejemplo.

Vamos, para concluir esta pavada, con un ejemplo: Potaje de Soja, con Rabo de Cordero y Pie de Cerdo.

Digresión de un obsesivo detallista: “rabo de cordero y pie de cerdo”. No sé si queda claro el punto.

Debemos contar con 200 gramos de soja verde. Nueva digresión (pido disculpas), esta local y de coyuntura. ¿La Presidente Cris que diría al respecto, retenciones a la soja mediante? En fin... sigamos.

A los 200 g de soja verde debemos agregar un rabo de cordero (si, m’hija, la cola del bicho), un pie de cerdo (para ser claros, las “descartables” pezuñas), un hueso de espinazo salado (hueso, espinazo y salado… ¿les suena esto de lo salado, cuando no había “cadena de frío” y de los animales apenas los huesos, toda vez que la carne era de otros? ¿Esto es sólo cuestión de pasado o el asunto se nos presenta hoy descarnadamente?); una zanahoria (no es cuestión de despilfarrar vegetales de la gama de los “difíciles”), cebollas, papas (aquí no hay límites, más que los del sentido común; cebollas y papas abundaron siempre y sobre todo llenan los estómagos), tres o cuatro dientes ajo (maravilloso y eterno ajo), un litro y medio o dos de agua (hay que hacer un buen caldo), cuatro –al menos- cucharadas de aceite de oliva (que siempre estuvo), y sal (eterna sal y que se embromen los que sufren de hipertensión, ya que vamos por el salario).

Esto ha sido solo un ejemplo. Como decíamos hay muchísimos más. Intuyo que cada uno de nosotros tiene “su receta familiar”, que es lo mismo que decir que hay tantos guisados como seres en el mundo, olla más olla menos.

Concluyo con una pregunta: ¿quién se come el rabo del cordero? Respuesta: quien tiene hambre.

Publicado el 25 de julio de 2009 en http://arsushuaia.blogspot.com

Imagen Urbana

El lugar no supera los doce o trece metros cuadrados. Unos seis metros por dos y monedas. Ojo entrenado de arquitecto, si se me permite la digresión. Se trata de un "polirrubro", aunque quizás esta no sea la mejor palabra para caracterizarlo. Hay allí siete puestos de Internet, tres cabinas telefónicas, más los restos de otra en la que subsisten el teléfono y un banquito de juguete para sentarse entre la puerta de entrada, el público que se encuentra frente al mostrador y un par de exhibidores de galletitas, papas fritas y algún que otro “snack”. Sin olvidar los bizcochos de la Tía Maruca. No falta el espacio dedicado a las golosinas y el habitáculo aéreo para los paquetes de cigarrillos, tres heladeras con bebidas sin alcohol de todo tipo, más otro artefacto refrigerado que alberga sándwiches, ensaladas de fruta y yogures. En el espacio sobrante, se acumulan algunos packs de bebidas, aún envueltas en el film de polietileno que las contiene.

En el lugar se pueden hacer escaneos y fotocopias, recibir y enviar faxes, se revelan rollos de fotografía, se realizan impresiones láser de documentos digitales. Hasta hay dos sillas plásticas en la vereda en las que habitualmente se estaciona algún personaje haciendo tiempo. En la mañana, por ejemplo, me topé con un jubilado tempranero, con su mate a cuestas, puteando por su magra jubilación; pasado el mediodía estaba allí, lo más orondo, un joven con su MP3 en la oreja, masticando una banana.

Este año se produjo una mejora sustancial, que apoya al negocio y estimula la calma de los parroquianos. A pesar de la crisis energética inexistente que padece Buenos Aires, hay aire acondicionado. Suena (no sé de donde sale, obviamente de algún parlante) música contemporánea latina en general: Alejandro Sanz, Diego Torres, por ahí alguna de Fito Páez.

Estamos en el barrio. Gallo casi al 600. Almagro, específicamente el Abasto. A media cuadra está el cruce con Guardia Vieja. En esa esquina se emplaza un gigantesco Coto. Muy cerca se encuentra esa hermosa basílica romana despojada y cuasi racionalista del siglo XX, que supo ser el Mercado Central y hoy es un concurrido Shopping. A tres cuadras hay un hotel cinco estrellas; a una, una clínica psiquiátrica de dudosa reputación y a media un hotel familiar; al costado un taller mecánico y dos casas más allá un sitio en el que se venden muebles de diseño. Del otro lado del Shopping los turistas se matan (o los matan, mejor dicho) con los espectáculos de tango. De este lado, hay unos cuantos boliches y teatros under, además de Pierino, gran lugar; pastas inolvidables. Lindo barrio. Aquí probablemente se sentiría a sus anchas el personaje de Drexler, aquel que canta “…yo soy un moro judío, que vive con los cristianos…” Estamos unos cuantos, incluyendo unos muchachos africanos que sinceramente no tengo idea de dónde han salido, aunque sus turbantes y los colores de sus túnicas son realmente interesantes y atractivos. No hay rubias de Punta del Este, aunque las mujeres son muy lindas, como todas las porteñas.

Cuando ando por estos pagos normalmente me detengo a comprar cigarrillos o unos caramelos en el lugar, aunque nunca se había presentado la necesidad de utilizar los demás servicios que ofrece. Hoy debí recibir unos faxes y, era obvio, allí fui. Eran varias hojas y la cosa llevó su tiempo, aspecto enfatizado por la ya proverbial calma operativa de mi colaborador -Marcelo- a la hora de ejecutar una de estas maniobras, las que se suponen llevan apuro. En otras palabras, Marcelo se tomó su tiempo y, resignado a contener mi ansiedad, no así las puteadas –mentales, en silencio y educadamente proferidas- opté por observar más detenidamente a mi alrededor, asombrándome cuando tomé conciencia de que allí estábamos simultáneamente doce personas. Y en el tiempo que duró el asunto –el del fax- pasaron unas doce o trece más, algunas al paso, otras en reemplazo de quienes concluían sus conversaciones telefónicas y/o su uso de Internet. Los más molestos, los de las fotocopias, ocupando mi posición privilegiada, junto al mostrador. Un tipo de traje, con pinta de dedicarse a los corretajes de lo que venga, portando una gaseosa de pomelo de un litro marca "Acme", que saboreaba a través de un sorbete, mientras hablaba inagotablemente por teléfono y pedía referencias de distintas calles, abriendo la puerta de su cabina; un par de coreanos quienes, a su vez, tuvieron la capacidad de identificar que un tercer sujeto "oriental" que pasó rápidamente, no era un connacional sino japonés (ellos se dan cuenta, no hace falta aclararlo, aunque a nosotros nos ven a todos iguales); unas jovencitas, colaboradoras de una fundación ubicada en el barrio, que parece estar escasa de recursos y, por lo tanto, los mails los mandan desde el lugar; un obrero de la construcción que fuma Benson & Hedges Box; un par de muchachos –al parecer ingenieros- que estaban fotocopiando una notas redactadas en inglés a ser remitidas al Canadá en busca de algún emprendimiento; una señora con dos críos a cuestas y una niña que vino a comprar un chicle; una joven turista –de origen francés o francoparlante- con su mochila y la infaltable botellita de agua; un set de paraguayos, los de la esquina, que saben tener una exitosa y muy aceitosa parrilla; el muchacho de la banana; una mujer, llamativamente bonita, con aire oriental aunque indefinido y algo misterioso, sumamente apurada; un señor que profesa la ortodoxia judía, con traje negro y todo, a pesar del calor del verano porteño; varios/as buscando tarjetas telefónicas; un par de adolescentes absortos frente a la pantalla de la PC, chateado vaya uno a saber con quién y de dónde, emulando al joven de la banana, con el auricular del reproductor de música eternamente colgado de la oreja; un muchachón que vino a cobrar una cuenta, sin factura ni recibo; más cabinas, más Internet, más fotocopias al paso; un personaje vistiendo unos shorts enormes y ojotas que, según dijo, se encuentra haciendo un trámite por el cual recibirá 120.000 Yen del Japón, que casi se lleva mis papeles, en vez de sus fotocopias… Y yo, bailando el minué del polirrubro, mientras esperaba mis hojas de fax, dejando pasar a unos y a otros en un espacio imposible.

Veinte centavos; cincuenta centavos; dos con veinte; tres pesos; uno con quince; cuatro con cinco; quince centavos; cinco pesos. Te pongo la máquina; cabina dos; saco la fotocopia; va entrando el fax; sacala de la heladera; no, Box no tengo, hay de los comunes; Marcelo T. y Uriburu se cortan, es acá cerca, te paso la birome; andá a la siete; los alfajores son de chocolate; se cortó el fax, dígale que llamen de nuevo; te hago el comprobante, son veinticinco centavos…

Un mundo. Y una caja que se completa pacientemente, moneda a moneda, en ese universo de tan solo doce metros cuadrados.

El hombre debe andar merodeando los cincuenta, quizás algo menos. Tiene cara de paisano y su decir es muy porteño, sin agitación, diría que imperturbable. El hijo hoy no estaba. Por suerte, porque el muchacho es grandote, francamente no hubiéramos cabido todos y probablemente alguno de nosotros hubiera terminado expulsado hacia la calle a través de lo que queda de vidriera, que es bastante poco. Está parado detrás del minúsculo mostrador, con una superficie de apoyo incapaz de albergar más de dos fotocopias a la vez sin que los papeles se caigan y formen un barullo. A su lado tiene el elemento estratégico del lugar: la computadora que controla al sistema, incluida la cámara de seguridad, esa que dejará filmado a aquel que lo asalte o dañe, en un viaje irracional saturado de paco, similar a los que a diario azotan a nuestra sociedad, en este tiempo, el de la crisis energética inexistente, que espero nunca ocurra.

Espacio plural y diminuto, medio de vida, lugar de servicios; instante de resuello en medio del intenso calor del verano porteño; ámbito de la comunicación; aplicación minimalista de la tecnología. Kiosco de Buenos Aires.


Nota: Publicado por Francisco J. Arqueros en http://arsushuaia.blogspot.com el 25 de febrero de 2008.

martes, 25 de agosto de 2009

Vagos y Mal-Entretenidos, Pero Nuestros


Se fue reduciendo como si lo cortaran de abajo en repetidos tajos. Sobre el punto negro del chambergo, mis ojos se aferraron con afán de hacer perdurar ese rasgo. Inútil; algo nublaba mi vista; tal vez el esfuerzo, y una luz llena de pequeñas vibraciones se extendió sobre la llanura. No sé qué extraña sugestión me proponía la presencia ilimitada de un alma (…) No sé cuántas cosas se amontonaron en mi soledad. Pero eran cosas que un hombre jamás se confiesa. Centrando mi voluntad en la ejecución de los pequeños hechos, di vuelta a mi caballo, y lentamente me fui para las casas. Me fui, como quien se desangra”. Estas palabras, dan cierre a Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes. Corría el año 1926, y ya el ferrocarril había reemplazado al resero en el traslado del ganado hacia los centros neurálgicos del país, en un viaje cuyo destino final era el matadero (1). La tarea de los hombres de a caballo ya no era necesaria. No es sólo la figura de un paisano la que se pierde por entre las lomadas del cañadón, sino toda una época.

Los primeros datos acerca de la existencia del gaucho, aparecen en El Lazarillo de Ciegos Caminantes -1773- atribuido a Concolorcorvo (2). En sus páginas puede leerse:“Estos son unos mozos nacidos en Montevideo y en los vecinos pagos. Mala camisa y peor vestido, procuran encubrir con uno o dos ponchos, de que hacen cama con los sudaderos del caballo, sirviéndoles de almohada la silla. Se hacen de una guitarrita, que aprenden a tocar muy mal y a cantar desentonadamente varias coplas, que estropean, y muchas que sacan de su cabeza, que regularmente ruedan sobre amores. Se pasean a su albedrío por toda la campaña y con notable complacencia de aquellos semibárbaros colonos, comen a su costa y pasan las semanas enteras tendidos sobre un cuero, cantando y tocando. Si pierden el caballo o se lo roban, les dan otro o lo toman de la campaña enlazándolo con un cabestro muy largo que llaman rosario. Muchas veces se juntan de éstos cuatro o cinco, y a veces más, con pretexto de ir al campo a divertirse, no llevando más prevención para su mantenimiento que el lazo, las bolas y un cuchillo. Se convienen un día para comer la picana de una vaca o novillo: le enlazan, derriban y bien trincado de pies y manos le sacan, casi vivo, toda la rabadilla con su cuero, y haciéndole unas picaduras por el lado de la carne, la asan mal, y medio cruda se la comen, sin más aderezo que un poco de sal, si la llevan por contingencia. Otras veces matan sólo una vaca o novillo por comer el matambre, que es la carne que tiene la res entre las costillas y el pellejo. Otras veces matan solamente por comer una lengua, que asan en el rescoldo. Otras se les antojan caracuces, que son los huesos que tienen tuétano, que revuelven con un palito, y se alimentan de aquella admirable sustancia”.

Esta figura emergente, a la que entonces se conocía con el nombre de “gauderios”, adquiriría inesperado protagonismo a partir de mayo de 1810, integrando los ejércitos patrios con uniforme de granaderos, o defendiendo la frontera norte con poncho colorado y guardamontes al mando de Martín Güemes.Durante el período que la historia argentina conoce como “la anarquía”, miles de gauchos participaron en las guerras civiles, algunas veces luchando a favor de sus provincias natales; en otras, en contra.En las páginas del Facundo -1845-, que instalaba la oposición “civilización” o “barbarie” para diferenciar dos modelos de país desde una postura excluyente y disociadora, en la cual el componente “bárbaro” asociado a la figura del gaucho, conspiraba contra la evolución de un modelo social ligado al positivismo, dice Sarmiento: “Los tres caudillos –Quiroga, López, y Rosas- hacen prueba y ostentación de su importancia personal. ¿Sabéis cómo? Montan a caballo los tres y salen todas las mañanas a gauchar por la pampa; se bolean los caballos, los apuntan a las vizcacheras, ruedan, pechan, corren carreras. ¿Cuál es el más grande hombre? El más jinete, Rosas, el que triunfa al fin. Una mañana va a invitar a López a la correría. No compañero –le contesta éste:- si de hecho es usted muy bárbaro. Rosas, en efecto, los castigaba todos los días, los dejaba llenos de cardenales y contusiones. Estas justas del arroyo Pavón, han tenido una celebridad fabulosa por toda la República, lo que no dejó de contribuir a allanar el camino del poder al campeón de la jornada, el imperio ¡al más de a caballo!” (Sarmiento, 1845) –recordemos que, durante la lucha por la independencia de nuestro país, los gauchos calificaban con el mote de “maturrangos” a los españoles debido a su impericia ecuestre-.Luego de Caseros (1852), las ideas de Sarmiento encuentran un firme opositor en la figura de José Hernández, el orden establecido con el sistema de “levas” que sumaba gauchos uniformados para defender la frontera del peligro de los malones, y una sospechosa administración de la justicia aparecen en la 1ra Parte de El gaucho Martín Fierro, publicada, precisamente, durante la presidencia de Sarmiento -1872-, en la cual Fierro opta por la barbarie en su decisión de marcharse a la frontera junto a su amigo Cruz, con el objeto de vivir en las tolderías. Resulta ciertamente curioso el cambio de actitud del protagonista en la 2da parte, editada durante la presidencia de Avellaneda -1879-, allí, se produce el retorno del gaucho a la “civilización”. Enrique Anderson Imbert, desde la crítica literaria tradicional ve en la “la Ida” de la obra un enfoque sociológico asociado a un mensaje político. En cuanto a “la Vuelta, destaca: “(Hernández) ofrece una visión europea y progresista del trabajo: que la tierra no da fruto/si no la riega el sudor” –dice MF-, y prosigue: “el gaucho, ahora elude la pelea y da explicaciones de por qué antes mató, justificaciones legales que muestran que Hernández, en el fondo, es un conservador respetuoso de la ley" (Anderson Imbert, 1954). Nosotros preferimos decir que, luego de la muerte de Cruz y, tal vez ante la fuerza de lo inevitable, el que regresa para reinsertarse al nuevo orden ciudadano es un Martín Fierro “domesticado”, y con ánimo de redención: la Presidencia de Roca está al caer, el nuevo Presidente dará continuidad a la campaña contra los indios iniciada durante la gestión de Rosas, aunque, esta vez, para darle un corte definitivo a esta situación en una suerte de “solución final”: en pocos años, las tierras ganadas a los indios, fueron repartidas entre unos pocos latifundistas que luego serían conocidos con el nombre de “oligarquía vacuna”.

La incipiente literatura argentina comenzó a esbozar un estilo al que la crítica literaria llamaría después “literatura gauchesca”. Es conocido, que los autores de esta línea de escritura, en su gran mayoría, no eran gauchos que se recostaban a la oración y se levantaban al alba, sino estancieros con pretensiones literarias: Rafael Obligado (3) conoció por relatos de sus peones la historia de Santos Vega, el cantor que había sido derrotado por el diablo en una payada de contrapunto que se prolongó durante tres días y tres noches. Del Campo, en tanto, al ubicar a Anastasio el Pollo en el Teatro Colón durante la puesta de la ópera Fausto de Gounod, inserta en el ámbito literario la figura del “pajuerano”, deleitándose desde la vana-cultura con la supuesta incultura gauchesca, asentada en la leyenda y la superstición. Ya en este momento -1866-, la publicación del Fausto criollo de Estanislao del Campo, inserta el debate en el ámbito literario de Buenos Aires acerca de la existencia de una “literatura nacional”. Hacia 1870, se concluyó con que no la había.

“Individuo de aproximadamente 40 años, regular estatura, de pelo castaño, ojos verdosos y cutis blanco algo rojizo, picado de viruelas, de nariz aguileña, prófugo de la justicia, vago y mal-entretenido”, así rezaba el parte policial en referencia a Juan Moreira, un matón de comité que había muerto en un sonado enfrentamiento con fuerzas del orden.La pluma de Eduardo Gutiérrez rescató la figura de Moreira a través del recurso del folletín, alcanzando popularidad masiva en el ámbito progresista de la ciudad. En 1879, el propio Gutiérrez adaptó su obra a una pantomima circense que incluía jineteadas y duelos a cuchillo. El circo criollo de los Hermanos Podestá, comenzó a girar por pequeños pueblos representando la obra, con José Podestá en el papel estelar, obteniendo un inusitado éxito.

Una vez consolidado el modelo agro-exportador de nuestra nación, la “Generación del 80” se encargó de fortalecer el modelo a seguir para establecer un destino de grandeza, basado en sostener los privilegios de la clase dominante. De tal modo se avanzó en la idea de fomentar la inmigración planteada por Alberdi desde las “Bases…” (1852).El hecho que nadie pareció advertir es que, el modelo plasmado por Alberdi, que proponía la llegada al país de inmigrantes de origen nórdico, se vio alterado por los coletazos del desempleo que trajo el proceso de la Revolución Industrial en el continente europeo; es así que, la Argentina de fines del SXIX y principios del XX recibió la presencia de un gran número de inmigrantes arribados desde las penínsulas itálica e ibérica, y desde Europa del este, quienes instalaron el germen de las ideas anarquistas y socialistas, que iban de la mano con las iniciales asociaciones sindicales.Los grandes propietarios del país, vieron a estos nuevos actores sociales –la “plebe ultramarina” como la definiera Lugones- como una amenaza al orden establecido que podía expandirse y, desde allí, se pensó en establecer una figura que, por sus virtudes, fuese percibida como un arquetipo de la nacionalidad.Tal búsqueda de la “argentinidad”, llegó a través del hecho literario. Si bien es cierto que, como hemos comentado, la figura del gaucho oscilaba entre el “pajuerano” y el “acróbata circense”, ello no fue impedimento para que, con motivo del Centenario de la Revolución de Mayo, Leopoldo Lugones, Ricardo Rojas, Manuel Gálvez, y otros, insertaran la idea de establecer al Martín Fierro como “poema nacional”, a partir de la simple idea de que “el gaucho –por oposición a la figura del inmigrante (5)- era vago, pero nuestro”. La puesta a consideración del ámbito literario de la época y el debate al respecto, se llevó a cabo desde la Revista “Nosotros”. Resulta necesario, revisar las posturas a favor y en contra de tal idea.

El propio Lugones, en “El linaje de Hércules”, uno de los capítulos de su obra El Payador (4) destacaba: “Martín Fierro es un campeón del derecho que le han arrebatado, un campeador del ciclo heroico que las leyendas españolas inmortalizaron siete u ocho siglos antes, un paladín al que no le falta ni el episodio de la mujer afligida cuya salvación efectúa peleando con el indio bravo y haciendo gala del más noble desinterés. Su emigración a las tierras del enemigo, cuando en la suya lo persiguen, es otro rasgo fundamental (…) su mismo lenguaje representa, para el futuro castellano de los argentinos, lo que el Romancero para el actual idioma de España (…) este es uno de sus orígenes. El otro está en la novela picaresca (...) el Viejo Vizcacha y Picardía caracterizan las mañas y la filosofía del pícaro. Son el Sancho y el Pablillos de nuestra campaña (…) y así como el Quijote refundió los dos gérmenes hasta convertirse en la expresión sintética de idealismo y de realidad que define todo el proceso de la vida humana, nuestro Martín Fierro hizo lo propio con sus tipos, ganando todavía en naturalidad…"

Las respuestas contrarias al arquetipo planteado por Lugones, no se hicieron esperar, en la revista “Nosotros” el “Maestro Palmeta” –tal vez, Mario Bravo- proponía a sus conciudadanos: “Levantar en la plaza del Congreso una estatua de José Hernández. Se le representará vestido así: bota de potro, chiripá, calzoncillo desflecado; es decir, de la cintura para abajo, de gaucho; de la cintura para arriba, en traje burgués, de americana, cuello duro, y corbata; en la cabeza, sombrero de copa. De esta manera, la estatua será como un símbolo del pueblo argentino, que surge de la tierra en el gaucho y termina en capitalista y señor.”Por su parte, la combativa pluma del diputado socialista Horacio de Tomaso, ejercía su derecho al debate con apostillas como ésta: “Yo recuerdo que en la Opera de Buenos Aires ese insubstancial declamador de voz agradable, que se llama Belisario Roldán, se lamentaba, no ha mucho, de que en la pampa argentina el quejido de la guitarra fuera siendo sustituido por el rezongo del acordeón. ¡Pero si los hombres del acordeón son los que trabajan esa pampa y, con más energía y método que los hijos de Martín Fierro, fecundan sus entrañas y le hacen parir el trigo que alimenta al mundo!”. Conviene recordar que en 1910, con idéntico motivo –el Centenario de Mayo- un paisano de Villaguay, Entre Ríos, nacido en Proskurov, Rusia, y llamado Alberto Gerchunoff, había publicado su conocida novela titulada Los gauchos judíos. Esta polémica no llegó a dirimirse aunque quedó instalada en el imaginario colectivo, y la historia siguió su curso: con la promulgación de la Ley Sáenz Peña, y la llegada a la Presidencia de Hipólito Irigoyen en 1916, los excluídos del sistema logran hacer pie en la sociedad, iniciando un acelerado proceso que desembocaría luego en “la clase media”. Un año después uno de esos inmigrantes de origen francés, Carlos Gardel, a quien muchos recordamos con vestimentas gauchescas interpretando sus canciones, grabaría “Mi noche triste”, origen del tango canción. La fusión entre orilleros criollos e inmigrantes, había dado origen a una música representativa del nuevo andamiaje social. Por ello, no resulta extraño que Lugones definiera al tango como “un híbrido de gaucho, de gringo, y de negro”; o que Manuel Gálvez lo sindicara como “una música sensual, canallesca, arrabalera, mezcla de insolencia y bajeza (…) de tristeza secular y de alegría burda de prostíbulo”.

Cuatro años después de la grabación de “Mi noche triste”, un gaucho entrerriano de origen catalán, llamado José Font, aunque más conocido por su apelativo, “Facón Grande”, caería en la estepa santacruceña fusilado por las tropas del Coronel Varela. El episodio de Varela agasajado por integrantes de la Sociedad Rural de Río Gallegos quienes entonan en su honor “For he is jolly goodfellow” encontró su lugar en Los vengadores de la Patagonia trágica de Osvaldo Bayer, y en las pantallas de los cines a través de La Patagonia rebelde, de Héctor Olivera.

“Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada…”, con esta frase inicial, en 1924 Lugones avalaba y preanunciaba el Golpe militar de 1930. Iniciada la “Década Infame”, los gauderios ya no vagaban por la llanura en busca de un trozo de matambre, y los vacunos se enfriaban en los frigoríficos de las empresas británicas. Lisandro de la Torre denunciaba ante el Senado de la Nación los negociados que propiciaba el comercio exterior de la carne. Las pruebas eran contundentes. El intento de asesinar a de la Torre, concluyó con la muerte del Senador Bordabehere. Quiso el destino que, en un accidente aéreo en Colombia, perdiera la vida Carlos Gardel, aquel inmigrante que vestía ropas criollas para cantar esa música que el sistema consideraba oprobiosa. En una hábil maniobra gubernamental, las primeras planas de los diarios cambiaron sus titulares, y durante varios meses, aguardaron con una expectativa inusual, la llegada de los restos del “zorzal criollo”. Comenzaba la construcción de un nuevo mito…, en tanto, en 1939, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, institucionalizaba la construcción de Lugones: la fecha de nacimiento de José Hernández se establecía como el “Día de la Tradición”.

Tal como destaca María Teresa Gramuglio en el prólogo a su publicación Martín Fierro y su crítica: “(…) varios capítulos de la historia de la transformación social en la Argentina, han convertido al Martín Fierro en piedra de toque para toda definición de la literatura y aún de la vida nacional. Se podría agregar: cada uno tiene su Hernández, cada uno tiene su Martín Fierro. Los textos que aquí se incluyen; son una muy atenuada muestra de la variedad de esas construcciones; tal vez contribuyan a que los lectores elaboren o reformulen las suyas”. Esta ponencia, no es más que otra mirada, acerca de tales construcciones.

(1) El matadero -1838- de Esteban Echeverría pinta con crudeza las costumbres en tiempos de Rosas. Casi un siglo después se produciría el debate sobre los negociados con la exportación de carne en el Senado de la Nación.
(2) Alonso Carrió de la Vandera, imprimió clandestinamente en Lima “El Lazarillo…” en 1775-76, anticipando la fecha a 1773. Carrió atribuyó su autoría a “Concolorcorvo” (Calixto Bustamante Carlos Inca), acompañante de sus viajes, quien no tuvo nada que ver con la redacción de la obra.
(3) Rafael Obligado (1851-1920) publicó un solo libro: Poesías (1885), ampliado en la 2da edición de 1906. Uno de sus poemas más recordados es, precisamente, “Santos Vega”.
(4) Publicado en 1916, El Payador incluye las conferencias dictadas por Lugones en 1913, en el Teatro “Odeón”.
(5) En la misma línea de Lugones, Enrique Larreta decía del inmigrante: “no creo que pueda surgir de esa turba dolorosa, que arrastra en su mayor parte todas las sombras de la ignorancia, la clase dirigente capaz de encaminar hacia un ideal grandioso la cultura argentina.

Nota: Este texto ha sido una ponencia preparada por el Lic. Roberto Santana con motivo de las 2º Jornadas Nacionales de Literatura e Historia Cultural, organizadas por el IPES Florentino Ameghino de la ciudad de Ushuaia en 2008, bajo la consigna: “Cuerpo, identidad y alteridad. Imágenes del otro y de sí mismo en arte, ciencia y educación”. Gracias a la generosidad de Roberto Santana fue publicado en http://arsushuaia.blogspot.com el 12 de septiembre de ese año. Hoy se repite esta publicación en Preludio porque entendemos que se relaciona con la Cultura Popular Argentina.

Audios y Señales


Los Pobres / El Gran Partido Carlos Perciavalle & Antonio Gasalla - Yo No…¿Y Usted? (1971)

Link de descarga: http://rapidshare.com/files/271339191/gasalla_y_perciavalle_-_son_como_raros.mp3.html


Los Pobres / El Gran Partido pertenece a “Yo no... ¿y ud?”, un disco que Carlos Perciavalle y Antonio Gasalla grabaron en 1971, y que más allá de su indudable valor artístico, refleja el estado de ánimo de una Buenos Aires que se reía y no sabía muy bien de qué.
El género café concert, que tuvo al dúo Perciavalle-Gasalla como uno de sus emblemas (no hay que olvidar, claro, a Nacha Guevara, a Edda Díaz, a Cipe Lincovsky, entre muchos otros) fue la expresión más representativa de las aspiraciones culturales de una clase media argentina con identidad propia, que amaba a Mafalda y detestaba las botas.

El público del café concert era un argentino “medio”, más o menos vanguardista, profesional, progre, intelectual y a veces snob, que canonizó como estrellas del underground a una camada de artistas ignorados por la TV y el teatro de revistas, los dos ámbitos convencionales de la actuación. Es natural que ese título: Yo no... ¿y ud?, suene hoy, a priori, vacío de contenido. Por entonces constituía una respuesta, desde la más fina ironía, a uno de esos clásicos slogans que suelen inventar las dictaduras para legitimar sus arbitrariedades: el “Yo quiero a mi país... ¿y usted?” se había convertido en un sticker (aunque no se usaba aún esa palabra) apto para pegar en los autos.



Esencia Volatil


CITAS AL RUEDO

En esta ocasión nuestro compañero Ricardo perteneciente al G8+1 nos da señales enfocando los conceptos más habituales en el ámbito sociocultural.


El Campo de la Cultura y su Complejidad.


Para abordar la comprensión del campo de la cultura y su complejidad debemos navegar en los niveles más sutiles y profundos en donde se opera la construcción social, y emerger a la superficie para entender las relaciones ínter subjetivas que posibilitan el campo de la cultura.

Para ello se hace necesario descomponer el campo – de la – cultura - y su – complejidad en sus constitutivos, analizar término por término para que en su proceso de re – construcción, podamos inteligir su concepto.

Pierre Bourdieu asume a “los campos” como microcosmos relativamente autónomos. Dice que “son todas las producciones culturales, la filosofía, la historia, la ciencia, el arte, la literatura, etc., son el objeto de análisis con pretensión científica”.

Dice el mismo autor: se trata de una idea extremadamente simple “campo: el universo en el que se incluyen los agentes y las instituciones que producen, reproducen o difunden el arte, la literatura o la ciencia”.

Ignacio Cardone en sus apuntes sobre “que es la cultura” dice que “Desde una conceptualización sociológica, la cultura representa el marco de referencias sociales ínter subjetivas, con los cuales un individuo socializado en esa cultura se desenvuelve”. El Continúa diciendo que “esto equivale a decir que la cultura es el mapa cognitivo, la red de representaciones que un individuo socializado en dicha cultura interpreta el mundo que lo rodea y con el cual interactúa, determinando dichas interacciones y posibilitando la comunicación con el medio en el que se desenvuelve”.

La cultura desde esta perspectiva, a mi juicio, integra los conocimientos de la realidad que me llegan mediante mis sentidos, con los conocimientos que le llegan a través de sus sentidos al otro, y a partir de un lenguaje común genera la comunicación social en su sentido más amplio.

Dice Cardone en sus mismos apuntes “La comunicación intersubjetiva solo es posible a través de la cultura. Sin ella no podríamos expresar con éxito la mayoría de nuestras emociones: afecto, ira, odio, frustraciones etc. Sin ella no podríamos comprender las ideas de los otros. Sin la cultura sería imposible encontrar espacios comunes de socialización. Sin la cultura sería imposible coordinar acciones entre actores diversos y con intereses particulares”.

Sobre la complejidad, el Instituto Internacional para el Pensamiento Complejo dice “Que entendemos por complejidad? Complejidad significa aquí, la emergencia de procesos, hechos u objetos multidimensionales, multirreferenciales, interactivos (retroactivos y recursivos) y con componentes de aleatoriedad, azar e indeterminación, que conforman en su aprehensión grados irreductibles de incertidumbre. Por lo tanto un fenómeno complejo exige de parte del sujeto una estrategia de pensamiento, a la vez reflexiva, no reductiva, polifónica y no totalitaria / totalizante. Un contexto inédito y enorme (fuera de normas conocidas) requiere un pensamiento creativo, radical y polifónico. Un pensamiento exorbitante (capaz de pensar fuera de la órbita de los lugares comunes)”.


Desde este punto de vista en que hemos abordado los términos campo, cultura y complejidad, vamos a abordar el tema de la construcción social que implica la complejidad del campo de la cultura.

El “campo” de Pierre Bourdieu “como microcosmos relativamente autónomos” que alberga a las producciones culturales, la filosofía, la historia, la ciencia, el arte, la literatura etc., está ligado de un modo inmanente a la naturaleza, en donde la producción de conocimientos, que luego llamaremos “cultura” genera la significatividad que nos determina: el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico y genera nuestra filosofía, nuestra historia, nuestra ciencia, nuestro arte, nuestra literatura.

Esta idea de “la producción de conocimientos” está basada en una teoría que reaviva Eliseo Verón en su obra “La Semiología Social, Fragmento de una teoría de la discursividad”. En ella avanza en su crítica a la historia continuista, exhibe el principio del saber concerniente a la naturaleza (continua o discontinua) del tiempo propio de la producción de conocimientos y al principio de unidad de este último. “Las razones son muy simples” dice. “Ante todo porque es posible afirmar la naturaleza discontinua del proceso histórico de producción de conocimientos”, para seguir diciendo “Corresponde a los partidarios de la `ruptura´, hacia fines de los años sesenta, el mérito de haber recolocado el problema del surgimiento de las prácticas científicas sobre el terreno que le corresponde: el de una teoría de la producción de conocimientos, el de la diferencia (y las articulaciones) entre la cientificidad y lo ideológico”.

Para abonar esta teoría convocaremos a Alfred Schutz a que nos hable de “El forastero” – Ensayo de psicología social – para otorgar nitidez a la construcción sociocultural, a la que procura interpretar el “forastero” con el esquema cultural de su grupo social.

Resulta esclarecedor el intento de una persona con un esquema cultural distinto, tratando de ser definitivamente aceptada, o al menos tolerada, por el grupo al que se aproxima, ya que con ese intento se ponen al descubierto todas las barreras posible para dificultar el intercambio intercultural.

En el ensayo de Schutz se expone, que a este sujeto “el mundo se le aparece en todo momento como estratificado en diferentes capas de significatividad cada una de las cuales exige un grado diferente de conocimiento. Para ejemplificar estos estratos de significatividad podemos hablar -recurriendo a un término tomado de la cartografía- de "isohipsas" o "perfiles hipsográficos de significatividad", vale decir que se le presenta como un mapa que une puntos de igual significatividad, o lo que a mi juicio es lo mismo que enuncia Cardone al decir “el mapa cognitivo”, vale decir, también como dice Cardone “el marco de referencias sociales ínter subjetivas”.

Este “mapa cognitivo” distingue como expresa William James, entre dos tipos de conocimiento -"conocimiento por trato directo" y "conocimiento acerca de"- al respecto el ensayo de Schutz expresa “podemos decir que, dentro del campo cubierto por los perfiles de significatividad, hay centros de conocimiento explícito de aquello a lo que se tiende; rodea a estos un halo de conocimiento acerca de lo que parece ser suficiente; luego viene una región en la cual bastará simplemente con "confiar"; en las regiones adyacentes residen las esperanzas y supuestos no justificados; entre esas zonas, sin embargo, se extienden otras de completa ignorancia.
Este - conocimiento acerca de - hace que para el forastero, la pauta cultural de su grupo de origen siga siendo el resultado de una evolución histórica ininterrumpida y un elemento de su biografía personal, que por esta misma razón ha sido y todavía es el esquema incuestionado de referencia para su "concepción relativamente natural del mundo". En consecuencia, es obvio que el forastero comience a interpretar su nuevo ambiente social en términos de su pensar habitual. Sin embargo, encuentra dentro del esquema de referencia que trae de su grupo de origen una idea ya elaborada de la pauta supuestamente válida dentro del grupo al que se incorpora, idea que, inevitablemente, no tardará en resultar inadecuada.” Ya tenemos pruebas acumuladas de esto último.

“el mapa cognitivo”, o “el marco de referencias sociales ínter subjetivas” que a esta altura del trabajo ya podemos llamar “identidad” cuando se lanza a una relación con el otro, vale decir una relación intersubjetiva, lo hace a través de una conducta. Para que esa relación no resulte inadecuada, nuestra conducta debe comprender una idea superadora, como la concibe Dolores Juliano en su contribución con el libro “Globalización e identidad cultural” al sustentar una concepción interculturalista “una elaboración que parta de la idea que las distintas culturas, todas tienen elementos que aportar, que nos podemos enriquecer mutuamente en términos de conocer y tratar a los distintos miembros y que una sociedad es tanto mas rica, mas viva, mas pujante en cuanto sea capaz de abrigar en su seno mayor número de propuestas alternativas que se enriquezcan mutuamente”. Una conducta basada en lo que nos conviene, desde el punto de vista de la deontología.

Deontología, definición: “DEI (déi), conviene. Este es el argumento supremo que ha de orientar cualquier conducta. Y es bueno que así sea, porque de esta forma cada uno es el intérprete de las normas de conducta. Es el fundamento de la deontología tal como hoy la entendemos. Un poco al estilo del imperativo categórico de Kant: si crees que tu conducta puede ser elevada a norma general de comportamiento, considera que estás haciendo lo que conviene. Pero no lo que te conviene a ti porque lo haces tú, sino lo que seguirá conviniéndote cuando lo hagan los demás. Lo que equivale a decir que lo que conviene, es aquello que es obligado hacer. No por casualidad el mismo verbo dew (déo) conjugado de manera distinta, significa “atar”, es decir que entra en el terreno de la obligación, pero no impuesta desde fuera, sino asumida por uno mismo”. Al respecto, la profesora de Diseño y Gestión de Proyectos Socioculturales II advierte que “al hacer lo que conviene a uno y los demás” puede llevar consigo el principio que justifique la conducta de los narcotraficantes.

En tal sentido digo que este concepto de deontología hay que atarlo al concepto ético del otro que tiene Lévinás, como una forma de democratizar lo que conviene y de esta forma elevarlo a categoría de conducta. Lévinas observó que “la base de la violencia era el interés, ya que resulta imposible el poder afirmarnos todos, por ello advirtió que este inter-és debíamos convertirlo en des-inter-és, es decir, debíamos de ponernos en el lugar del otro sin esperar nada a cambio. Debíamos, por consiguiente, surgir del ego cartesiano y ver más allá de nosotros mismos; aceptar que somos, tal y como señalaba Aristóteles en su Política, animales cívicos; aceptar que a mi lado se encuentra el Otro, gracias al cual soy yo quien soy”. En definitiva imponerle un sentido ético a lo que conviene, que es lo que le conviene al otro.

Con esto, Lévinas subrayaba la idea de alteridad, rechazando de este modo lo anunciado por la ontología. Ésta se caracterizaba por reducir a lo Mismo todo lo que se oponía a ella como Otro, ya que priorizaba al ser y no a la diferencia. Se trata entonces de alejarse del “Cogito cartesiano” y crear una filosofía de la diferencia, y que lo importante no sea el ser, lo concreto, sino la diferencia.

Diagnóstico:

Hemos llegado hasta aquí y de esta manera, para poder exhibir un viejo antagonismo de matrices que marca sustancialmente la deferencia en el abordaje del “otro”, y cómo en función de ello construimos un modelo u otro. La idea de “la producción de conocimientos” basada en una teoría que reaviva Eliseo Verón y que le da un carácter eminentemente social, se ve enriquecida por Pierre Bourdieu cuando critica la tradición “notablemente representada en Francia” que “describe el proceso de perpetuación de la ciencia como una especie de partenogénesis, por el que aquella se engendraría a sí misma al margen de toda intervención del mundo social”. Interpreto que cuando Pierre Bourdieu dice ciencia, habla de “los campos” y del objeto de análisis con pretensión científica”. En otras palabras … dice Bourdieu “es preciso salir de la alternativa de la “ciencia pura”, totalmente liberada de cualquier necesidad social, y la “ciencia servil” sometida a todas las exigencias político – económicas”.

Al revisar de un modo crítico nuestras matrices, podemos gestar un nuevo modelo basado en una concepción interculturalista como la concibe Dolores Juliano, y que de un modo casi imperceptible se aumente el poder de refracción de las ideas de fuerza y dominación (el pensamiento único) que nos han sumido en la inequidad.

Debemos apelas, como dice Mario C. Casalla en “los dilemas del Laberinto …” a una mente abierta y serena, unida a un decidido espíritu indagador y a un firme compromiso con la verdad, a una mente inquieta y realmente abierta a los signos de estos tiempo.









UN ESPACIO PARA COMPARTIR RECREANDO NUESTRAS IDEAS Y SIENDO ANFITRIONES DE NUESTRAS CITAS

La primera tormenta...


Tormenta de ideas- voló la mariposa cultivando el polen.


Sostengo este comentario citando al neurobiólogo francés Jean Pierre Changeux Quien decía “las neuronas son las mariposas del alma”, considero entonces al polen como un polvo hecho de espejos que se remolinean en el espacio trasladando sus reflejos. Me permito este comentario metaforizando el resplandor de nuestra sinapsis neuronal.

A partir de la esencial herramienta que nos brinda la tormenta de ideas empezamos a darle un marco ideológico al Preludio. A continuación el torbellino de ideas se hace presente aproximándonos al espíritu del Preludio.


  • > Respirar, sentir armonía, como hecho no sólo intención.
  • > Espacio de catarsis(quitar el dolor de espalda)
  • >Clima de reflexión(utilizando las herramientas adecuadas)
  • > Abarcativo, solidaridad
  • > Construcción de la alteridad
  • > Reconstrucción de la democracia, como sistema de vida
  • > Aceptar la verdad del otro con la misma validez como si fuera la
  • propia (no siempre estando de acuerdo)
  • > Intercambio de opinión como centro
  • > Presupuesto
  • > Aroma como escancia de la propuesta
  • > Ofrecer la propuesta como trabajo práctico de las distintas carreras del CENT
  • > Colonialismo académico
  • > Impregnarse de Levinaz (bañarse con Levinaz)
  • > Propiciar espacios comunes
  • > Credibilidad a la representatividad
  • > Trabajar la escenografía, según colores cálidos al igual que la iluminación
  • > -Incluir ideas de Foucault
  • > 1Tolerancia
  • > Verdad, valor de la palabra
  • > Partir del espacio de la queja, como construcción futura
  • > Quitarle el peso a la vida

lunes, 24 de agosto de 2009

Popular, populismo... ¿Será lo mismo?


-¿Y a quién se le ocurrió semejante tema? Es un disparate.
- A vos, Francisco- dijeron los G8+1
-¿Yo? Imposible- acerté a decir, en una especie de manoteo de ahogado –Estaría diciendo macanas…
- No. Vos señalaste los otros días la contradicción entre lo popular y lo populista.
- ¿Yo? De ninguna manera. Seguro que se trató de alguno de mis desvaríos.
- Sí, vos… Es por esta razón que le propusimos a Roberto y ahora a vos, que abran el Preludio bajo la consigna “Popular Vs. Populista”.
- Bueno –atiné a decir, mientras pensaba “esto me pasa por irresponsable”- no es asunto sencillo…


Palabra más, palabra menos, este diálogo ocurrió hace aproximadamente un par de meses atrás en el CENT 11, en clase, segundo año de la Tecnicatura Superior en Gestión Socio Cultural, espacio que me acogió generosamente. El G8+1 son los estudiantes de este curso, gente con ganas y empuje. Allá van con las Jornadas Introductorias (Preludio, hermosa definición) a las Terceras Jornadas Nacionales de Literatura e Historia Cultural, que organiza el IPES.

No le quepa duda a nadie que lea esto que, al día siguiente –y muy temprano- le envié a mi amigo (y maestro), Roberto Santana, un mail que rezaba: “Roberto, estamos en el horno”. Podría haber dicho “Houston, tenemos un problema”, pero no hubiera sonado tan popular ¿o sí?

Lo cierto es que no le esquivaremos al bulto, todo lo contrario, allí estaremos en la calle sugerida por May Silva, esa en donde todo nace y pasa. Y si en la calle estamos, lo mejor será un debate que, espero, nos posibilite crecer un poquito. La cultura popular es de espacios abiertos, generosos, compartidos. Es propia del pueblo y a él le pertenece. Es diversa, inagotable.

Ayer recibí un mail de Ricardo (que vendría a ser el “+1”), contando de una gráfica que el grupo ha elaborado que, dicho sea de paso, me gustó. Luego me crucé casualmente en la San Martín con Camila. Con ambos intercambiamos un par de comentarios y a ambos les pregunté si podíamos participar en el blog (este que estás leyendo) con algún aporte inconducente. Generosamente han abierto su espacio y aquí estamos, haciendo algunos aportes inconducentes, calentando el ambiente, empezando por este breve cuento que les cuento.

Propongo, muy humildemente, que nos permitamos disfrutar un poco. ¿Por qué no hacerlo?

Francisco J. Arqueros

jueves, 13 de agosto de 2009

Presentación

CENT Nº 11 presenta…

“Preludio”

Jornadas introductorias a las Terceras Jornadas Nacionales de Literatura e Historia Cultural organizadas por el IPES

Te invitamos a compartir con nosotros un momento de debate, conversación e intercambio, rodeados de una ambientación innovadora, para construir y generar entre todos nuevas herramientas que nos ayuden a sustentar nuestra sociedad en pilares como la solidaridad, la honestidad, la tolerancia y la aceptación de lo diferente.

Sustentamos el Preludio en la idea de “(…) que todos tenemos elementos que aportar, que nos podemos enriquecer mutuamente en términos de conocer y tratar a los distintos miembros, y que una sociedad es tanto mas rica, mas viva, mas pujante en cuanto sea capaz de abrigar en su seno mayor número de propuestas alternativas que se enriquezcan mutuamente”.

-Dolores Juliano-

Contar con la participación de ustedes es el primer paso para generar cambios, para apelar a la creatividad y de esta manera, pensar en cómo podemos enriquecernos mutuamente.

2º año de
Tecnicatura Superior en Gestión Sociocultural